Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo…
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, yo no quiero escuchar más leyes absurdas que condenan al inocente y protegen al que
delinque. Yo no prefiero la corrupción a cambio de tesoros materiales, que siempre “desaparecen”.
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, que se olvida rápidamente de actos deshonestos, y, tiempo después, alaba al corrupto.
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, en donde el miedo y el peligro me acechan en caminatas nocturnas, diurnas, vespertinas…
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, en donde una niña cualquiera, de un lugar cualquiera, esconde moretones bajo las mangas de su uniforme.
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, en donde el amor se esconde bajo la mirada opresora.
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, en donde un adolescente teme ir al colegio por miedo a una burla más, una más, una más…
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo porque el indígena sufre olvidado en medio de hojas y troncos.
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo, en donde los pobres son más pobres, los ricos son más ricos y la clase media… ¿existe?
Yo no quiero vivir en el país más feliz del mundo porque desde hace mucho tiempo dejó de ser feliz.
Autora:
Gisela Alfaro
Profesora de Castellano y Literatura
Filóloga